(Poema de Marcelo Gatica Bravo)

(A- ω)
De vez en cuando toda palabra debería
desintegrarse y tornar tras el sonido.
Quedarse allí en blanco descansando en paz sin
tiempo ni espacio ni tacto.
Y sólo emerger en la lengua en el minuto exacto de
un balbuceo de niño, es decir, aquel tiempo cuando
se apuntaban las cosas con los dedos.
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