Artículo de Stuart Park

La rosa poética se alimenta de la imaginación, se encuentra en el jardín de los ensueños, y su fragancia es estética y espiritual.
La poesía, como en los versos de Machado, emplea recursos como ritmo, rima y cadencia para crear la dinámica centrípeta de la lira (por aprovechar la metáfora de Octavio Paz). En la novela, por contra, predominan trama, suspense, aparición, reaparición, etc., para establecer su laberíntico mundo interior; de ahí lo envolvente de su lectura, la absorción de la lectora enfrascada en la lectura de su libro.
El orden de palabras no literario, en cambio, va al grano, reduce al mínimo la distancia entre lenguaje y objeto, es claro, unívoco (o pretende serlo) y susceptible de verificación objetiva. Es el arco que dispara la flecha hacia el blanco.